Sistema educativo salvadoreño frente a la pandemia Covid-19
Una de las medidas tomadas por el Ejecutivo para prevenir la enfermedad del coronavirus (COVID-19) ha sido el cierre de las instituciones educativas. En El Salvador, la suspensión de clases en el sector de educación formal y no formal comenzó el 11 de marzo, por lo que muchos centros educativos se vieron obligados a recurrir a la educación en línea o a distancia para poder continuar con sus actividades.
En el ámbito de la educación formal, el Ministerio de Educación (MINED) inició la puesta en marcha del “Plan de Continuidad Educativa”. Como parte de este esfuerzo se creó un centro de llamadas para atender consultas pedagógicas de docentes y directores, se han facilitado guías de trabajo digitales o impresas para orientar los procesos de aprendizaje desde casa, y se ha comenzado un proceso de digitalización de la educación, el cual incluye la entrega de computadoras y capacitación de docentes en el uso de Google Classroom. La respuesta del sector público y privado ha sido de igual pulso, asumiendo el reto de continuar la formación de cualquier manera; es obvio que las instituciones que ya tenían plataformas de educación en línea han podido adaptarse más rápido a las circunstancias.
La buena voluntad es insuficiente para garantizar satisfactoriamente la continuidad educativa. En primer lugar, existe una limitada capacidad nacional para adaptarse súbitamente a esquemas de educación en línea. No todos los estudiantes tienen computadoras u otros dispositivos con conexión a Internet.
En segundo lugar, si no todos los estudiantes tienen el mismo acceso a la educación en línea, lo más probable es que durante la pandemia se profundicen las desigualdades en aprendizajes. La pérdida de instrucción debido al cierre de las escuelas se puede amortiguar, si hay acceso a una educación en línea que facilite los contenidos curriculares y la posibilidad de interactuar con profesores capaces de enseñar utilizando herramientas tecnológica.
Tener Internet en casa no es suficiente para garantizar una buena formación en línea. Esta dependerá tanto del contexto del hogar como de la disciplina y el compromiso de los estudiantes y padres de familia con una forma diferente de aprender. Difícilmente se podrá facilitar el aprendizaje desde los hogares obligados al confinamiento, si durante la pandemia los estudiantes están expuestos a estrés o sufren hambre por la pérdida de empleo e ingresos de sus padres o responsables, sienten temor o ansiedad por la pandemia u otras causas. Otros, a lo mejor, tienen que competir por el uso de dispositivos e Internet con los miembros de su familia (unos estudian, otros hacen teletrabajo) o no cuentan con espacios adecuados para estudiar. En todo caso, a mayor número de días en aislamiento o con dificultades para estudiar desde casa, mayor podría ser el rezago educativo y la probabilidad de abandonar la escuela.
Realizado por: Carmen Saraí Guandique Arce
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